abril 07 2022 – Segle Clinical
Si nos paramos a pensar, el dicho de "tener buena piel me viene de familia" no es realmente exacto... porque el envejecimiento de nuestra piel intrínseco o hereditario solo equivales a un 25% del total. Pero más que el paso de los años, deberíamos preocuparnos por otros factores que sí dependen de nosotras. Si nos ponemos a pensar qué es lo que realmente acelera el envejecimiento nos llevaríamos una sorpresa. Nuestra piel la ‘construimos’ a diario con esos hábitos o costumbres que llevamos a cabo de forma automática. Tomar el sol sin ningún tipo de protección, la alimentación o incluso dónde vivimos forman parte de la lista de un término que hoy te descubrimos (y ya no se te va a olvidar): el exposoma.
Aunque seguro que te has hecho ya la idea de en qué consiste, te diremos -así de forma más técnica- que son los factores externos que afectan a lo largo de la vida y que se ven reflejados en signos biológicos y clínicos. O lo que a ti te interesa: en arrugas, falta de firmeza, flacidez, etc.
Esos enemigos de la piel no siempre se pueden controlar –las condiciones meteorológicas, por mucho que te gustaría que dejara de llover el día que te has alisado el pelo, están fuera de tu alcance-, pero para saber los que sí, hoy vamos a contarte cuáles son los elementos que deberías tener en cuenta.
Contaminación ambiental
Vivir en una gran ciudad tiene muchas ventajas -que se lo digan a tu agenda-, pero no sienta especialmente bien a la piel. Las micropartículas que nos rodean van desde las que emiten los tubos de escape por la combustión de la gasolina, a los gases que emiten industrias o incluso las que nos llegan por la evaporación natural del agua del mar. Una serie de contaminantes que llegan a la piel de forma inevitable (¡socorro!). Aunque lo ideal sería que nuestro propio cuerpo los rechazara, hay sustancias que obturan los poros y otros que atraviesan la epidermis y reaccionan con el oxígeno de las células y del aire. Es en ese momento cuando aparecen los temidos radicales libres.
¿Y las consecuencias? Una alteración en la piel bien deshidratándola (la notarás muy seca e incluso con picores) o bien volviéndola más grasa con exceso de sebo. Al tenerla irritada, tienes más posibilidades de que te salgan erupciones, eczema o dermatitis. Pero también el acné adulto (justo cuando pensabas que se había quedado en tu adolescencia...) manchas, un tono desigual y la tez apagada. El envejecimiento no solo se acelera en el rostro, verás también manchas oscuras en las manos por la estimulación de la pigmentación. Y no pueden faltar en la lista, por supuesto, las arrugas.
Radiación solar
Seguramente sea la más conocida a la hora de evitarla si queremos llegar a la edad de nuestras abuelas con una piel estupenda (y no solo porque desde la infancia nos llevan advirtiendo de los peligros del sol cuando nos embadurnaban de crema antes de ir a la playa). Aunque relacionamos el daño que le puede hacer a la piel con el verano, lo cierto es que nos toca protegernos de ella durante todo el año. Sí, tienes que estar pendiente de llevar la crema solar dentro del bolso desde enero hasta diciembre. Y es que hay varios tipos de radiaciones que afectan a la piel. De todos ellos nos quedamos con la UVA, que es la que está presente todo el año produce envejecimiento o manchas y la UVB, que incide más en los meses de verano por la cercanía del sol y que produce los eritemas (enrojecimientos por la exposición) y quemaduras.
Puede que en septiembre tengas un bronceado estupendo, pero ¿es saludable? Piensa que, al poco de tomar el sol notarás sequedad, tez apagada o diferencias de pigmentación. A largo plazo esto se traduce en arrugas, descolgamiento, flacidez, tono irregular y manchas.
Tabaco
Que fumar no es bueno es algo que ya sabes de sobra, pero ¿te has parado a pensar en lo que le hace a tu cutis? Por un lado, el humo seca la piel y la deja deshidratada y sin brillo, con un tono grisáceo. El tabaco potencia la formación de radicales libres ya que contiene miles de sustancias químicas nocivas (¡casi 4.000!). Y si con eso no te habíamos convencido de que es mejor romper con los cigarrillos, deberías saber que el humo daña el crecimiento de las células de la dermis -y por tanto harán en menor medida la síntesis de colágeno y elastina-.
No solo es más probable que termines con falta de firmeza antes de tiempo. También se te marcarán las arrugas más profundamente no solo por toda la cara, sino sobre todo alrededor de los labios por la contracción del músculo orbicular que rodea la boca (¿te suena el concepto 'código de barras'? Pues son esas líneas verticales). Arrugas, piel seca y... ¡manchas! La hiperpigmentación o hipopigmentación son otros cambios de la piel de forma dispersa que también provoca el tabaco. ¿Nuestra sugerencia? Que apuestes por la salud de tu piel y dediques el dinero que te ahorras en cigarrillos a ¡hacerte con un buen sérum antioxidante! Modo 'recuperación de tu piel' ON.
Nutrición
¿Te suena la frase "somos lo que comemos"? En el caso de la piel se cumple a la perfección. Un 30% de las arrugas se deben al consumo abusivo de alcohol, carnes, lácteos o azúcares refinados que aceleran la oxidación celular. También son productos que pueden aumentar las probabilidades de que tengamos acné así como provocar problemas inflamatorios. ¿Significa eso que si desde hoy solo comes salmón y aguacate como Victoria Beckham vivirás eternamente? Tampoco, pero sí te aseguramos que una de las claves para retrasar en envejecimiento consiste en llevar una dieta rica en antioxidantes donde la fruta, verduras o legumbres se lleven el protagonismo de los platos. Que el chocolate negro (con moderación), el brócoli o el té verde no falten nunca en tu cocina.
Estrés
El trabajo, los planes con la familia, que si queda una lavadora pendiente de tender... Es imposible no estresarse en algún momento de la semana (si no te pasa, por favor, déjanos tu secreto en la sección de comentarios 🙏). Lo que hace el estrés es que secretemos más cantidad de cortisol, una sustancia que nos mantiene en un estado de alerta cuando percibimos señales de peligro o desafío. Y aunque nos permite escapar rápidamente si nos vemos ante una situación de riesgo, hace estragos en el cutis al alterar la función barrera de la piel. Bajan los niveles de colágeno y elastina, la cicatrización es más lenta y favorece la inflamación (dermatitis, rosácea, acné...) son algunas de sus consecuencias. También produce aumento de radicales libres en la piel, así que es el momento de tomarse un minuto para respirar hondo o darle una oportunidad a la app de meditación que ya se han descargado todas tus amigas.
Manteniéndolo a raya, evitaremos los efectos en la piel: se atrofia (se vuelve más fina), disminuye la permeabilidad, se deteriora su función barrera, y, a la larga, no solo aumenta la sequedad, también las arrugas y la aparición de manchas.
Falta de sueño
Dormir es fundamental para recuperarnos. No solo para descansar y enfrentarnos al día siguiente con las pilas cargadas. Mientras dormimos todas las células del cuerpo se regeneran, así que el mito del beauty sleep (que acostarte temprano te hace estar más guapa) es verdad si consigues cumplir las 8 horas. La máxima calidad de sueño se da en las etapas 3 y 4, que corresponden al sueño profundo. Es ahí cuando se libera la hormona del crecimiento y tiene lugar la regeneración de la piel así como la reparación de los tejidos. Aléjate de las pantallas al menos una hora antes de ir a la cama, coge un libro y relájate. La próxima vez que suene la alarma te resultará menos duro madrugar si has cumplido con las horas de descanso.
Temperatura
Que vivas en un sitio más frío o más cálido no es tan importante como que tu piel esté expuesta a los contrastes de temperatura cuando se dan cambios entre un extremo y otro. Incluso en verano o en invierno, la diferencia entre la temperatura de la calle y los interiores de los edificios aclimatados por calefacción o aire acondicionado son una bomba de relojería para el cutis. Y es que lo que consiguen es que, en muy poco tiempo, los vasos sanguíneos se vasodilaten, lo que lleva a la formación de las arañas vasculares. Como pierden elasticidad, esas venas superficiales ya no vuelven a su estado anterior (y, malas noticias, solo se pueden quitar con láser).
Luz azul de las pantallas
Y si ya estabas agobiada por la cantidad de factores que tienes que tener en cuenta, el último en sumarse a la lista es la luz azul que emiten dispositivos como móviles u ordenadores (¿ves como te decíamos que hay que dejarlos lejos antes de ir a dormir?). Las pantallas afectan a la producción de melatonina, lo que altera los ciclos de sueño. Con un descanso a trompicones y escaso, la fase de regeneración celular disminuye. Además, la radiación hace que se aumente el riesgo de padecer más pigmentación ya que la piel entiende que necesitamos protección de la luz durante más tiempo y estimula la producción de melanina, la responsable de las manchitas.
Como resumen final decirte que no podemos detener el envejecimiento ni mucho menos (recuerda, no eres Jennifer Aniston). Pero sí que es verdad que, protegiéndonos de estos factores podemos retrasarlo y vivir con una piel más sana ¡y bonita, por supuesto!
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