abril 07 2022 – Segle Clinical
Si nos dan a elegir entre que nos gusta más, si cuidarnos la piel o Ryan Gosling, nos quedamos sin duda con el skincare (¡perdón, Ryan!). No solo es algo placentero porque, además de notar resultados en nuestro cutis -lo que nos encanta-, los productos que usamos tienen un sinfín de texturas, olores y colores.
Son esos detalles que hacen de la experiencia de mimarse un momento de desconexión, incluso en la jornada más ajetreada. Que si espumas, lociones, cremas, sérums...
Aunque nuestras preferencias sobre los básicos que no pueden faltar en la repisa del baño pueden ser muy distintas, es cierto que cada uno ayuda a tu cutis de una forma diferente y, sobre todo, cambia su efectividad a largo plazo.
Es decir, que escoger un producto u otro es lo primero que deberíamos tener claro a la hora de diseñar nuestra personalísima rutina beauty (esa que cubre las necesidades de tu piel en cada momento).
Pero ¿por dónde empezamos? Hoy vamos a explicarte las diferencias entre crema y sérum para que, la próxima vez que vayas a comprar, seas capaz de ir directa a por tu cosmético como una auténtica experta.
Crema, la reina de la hidratación
De día, de noche, antiarrugas, hidratante... Las hay de todos los tipos y, si la necesitas entre tu colección, es porque su principal ventaja es que hidrata y protege la piel (en un nivel superficial) de factores externos.
Eso se debe a que, si hicieras zoom para ver su composición (como cuando fichas el bikini de tu influencer favorita), descubrirías que sus moléculas son mucho mayores que las de los sérums y contiene mayor concentración de componentes grasos. Es decir, no van a penetrar en la piel porque lo que hace precisamente es cubrirla.
Imagínate que crea una fina capa invisible que impide que tu propia epidermis pierda agua, ese es justo el efecto de la crema que consigue que el aspecto sea siempre jugoso, un efecto de hidratación más prolongado. Es más, si tienes la piel madura, ¡no puedes pasar el invierno sin ella!
Cuando esa capa lleva filtro de protección solar, hablamos de las cremas con SPF, las que deberías llevar tanto para la playa como el resto del año.
A la hora de aplicarla, la forma más correcta sería con una espátula colocando un poco del producto en la yema de los dedos y después extender mediante movimientos ascendentes.
Lo cierto es que las cremas no nos apasionan a todas. Es más, si por lo que sea eres de esas que no disfruta de la sensación aterciopelada porque prefieres que se absorba enseguida para notar la piel como si no llevaras nada, lo que realmente necesitas es un sérum.
El superpoderoso sérum
Pero el sérum no solo es una alternativa para quienes quieren huir de la sensación pegajosa. Como especialistas en este cosmético, vamos a descubrirte sus propiedades de ensueño. Porque, si algo tienes que saber desde ya, es que el sérum es mucho más efectivo.
Si volvieras a sacar la lupa con la que mirabas la composición de la crema, verías que las moléculas del sérum son tan pequeñitas que se ‘cuelan’ a través de la epidermis. No como las cremas, que al llevar partículas más gruesas, lo que hacen es cubrir esta capa.
Vamos, que el tamaño en este caso sí que importa. Y es que es la manera de que actúen de forma más potente en la piel y sean capaces de transformarla. También permite mezclar los ingredientes (que van mucho más concentrados que en la crema) en la condición más óptima. Esos productos multifunción ayudan a tu piel al máximo.
En su composición encontrarás activos tan curiosos como los antioxidantes, los péptidos ¡o incluso un activo extraído de un alga! ¿Harta de las rutinas que necesitan que te pongas la alarma 10 minutos antes? Con el sérum reducirás tu skincare a un paso (o dos si añades crema).
Y no solo son capaces de, como la crema, hidratar la piel. Cuando te decimos que la transforman es porque son capaces de exfoliarla, reafirmarla, reparar los daños por la exposición al sol, reducir las arrugas, los poros dilatados o las marcas de acné. Tu piel y el sérum, esa sí que es #laparejadelaño.
Si hablamos de cómo aplicarlo, cambia un poco respecto a la crema. Al absorberse tan fácilmente, tendrás que ser súper rápida y extenderlo con suaves toquecitos por tu rostro, cuello y escote. Preparada, lista... ¡Ya!
Además necesitas tan poquita cantidad que, cuando vayas camino a por tu segunda crema, todavía tendrás el bote de sérum a la mitad (así que mejor que inviertas en uno bueno porque lo vas a amortizar).
¿Qué tienen en común?
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- Aunque podríamos querer ponernos la crema en cualquier momento del día -sobre todo cuando notamos la piel apagada después de pasar muchas horas al ordenador, por ejemplo-, lo suyo es que, a excepción de la de protección solar, esperemos a primera hora o última del día. Es fundamental tener la piel limpia, de ahí que vaya después de la limpieza facial (para la que te recomendamos nuestra espuma limpiadora, que deja la piel que es una fantasía).
- Cuida tus cosméticos como ellos te cuidan a ti. No los dejes al sol ni en sitios húmedos, ellos no lo harían. También te desmontamos el tópico de que deberías guardarlos en la nevera –eso solo con un contorno de ojos si buscas el efecto frescor-. Para todo lo demás, basta con que los dejes en un lugar seco lejos de la exposición solar (porque los cambios de temperatura pueden afectar a su formulación).
- No, nunca deberías tocar los productos directamente con tu piel. Que el sérum venga con un gotero no es solo para que pongas la dosis exacta, también para que no tengas que sacarlo del bote tocando directamente el producto. Aplícalo sobre tu piel sin que el gotero entre en contacto. Con la crema es un poco más complicado, lo suyo es que utilices una paleta para aplicarla, lo que no te recomendamos en ningún caso es que metas el dedo para sacarlo y extenderlo.
- Y no alternes su uso a no ser que se trate de un exfoliante, en cuyo caso deberías utilizar solo una vez a la semana. Lo suyo es que apliques ambos productos a diario ya que comprometerte con tu rutina (y serle fiel de lunes a domingo) es clave a la hora de que notes los resultados a largo plazo –los de corto plazo son tan inmediatos, que los verás a los minutos de la aplicación-.
Combina ambas: el arte del layering
¿Café o infusión? ¿Tarta de chocolate o cheesecake? ¿Sérum o crema? Si algo nos gusta de esta última pregunta es que no hay que elegir entre una y otra. ¡Podemos utilizar las dos! De hecho es más que recomendable, ya que así nos quedamos con los beneficios de ambas (y tu piel estará espectacular).
Es como si te dan a escoger entre hummus o guacamole, ¿por qué elegir si puedes tomar los dos? Tu piel también tiene hueco para ambos cosméticos. Ya que el sérum actúa en un nivel profundo y el de la crema es superficial, se complementan a la perfección.
Eso sí, no te líes con el orden. Es el sérum, el cosmético más ligero, el primero que tienes que aplicar. Y, en cuanto se absorba, la crema hidratante. Un paso que agradecerás especialmente en invierno, ya que el frío reseca la piel, pero también en verano si la tienes sensible o quieres ponerte protección solar.
Hay incluso tratamientos que consiguen complementarse al potenciar aún más la acción de los sérums (como por ejemplo DMAE Lift 10 en sérum y crema). Ahora que te hemos explicado que los dos se han ganado un hueco en tu corazón -y en tu rutina facial-, busca aquella pareja que se ajuste mejor a las necesidades de tu piel.
Aunque para dar con tu sérum ideal, te proponemos este cuestionario y así sales de dudas cuanto antes :)
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